VICTOR VAN AMADEUS







“Mi búsqueda callada ha cesado antes de que se vaya el atardecer; un negro atardecer de imposibles hombres y animales”





HEDONE



No, no, no, no
no quisiera, después de tantos recodos recorridos,
llegar a mis cavernas para iluminar
con patéticas lámparas tal vacío,
que inundan mi pesar de innumerables
molestias lucíferas,
en un preciso instante
del que se me liberaba del todo,
de mi revelado espacio de padecer
el placer en sí mismo,
y no en el descompuesto cuerpo
del que yo traigo consigo puesto,
tampoco en el velo de seda que tengo como alma
que abriga el esquelético pensar,
sino al menos en mis invenciones, en mis descubrimientos;
incitado a profanar paz en todos,
en los que perforan con una estética piedra
la brumosa arenisca en el que caigo y me multiplico
a un incalculable numeral
de existencias paradas y otras sentadas.




DE: DESCONCIERTOS





BIENVENIDA



Lo mejor es una musa de carne y hueso
Rubén Darío



Bienvenida Musa del jolgorio y la desnudez,
pues a mi camino te has tocado,
sin saber, ignorando todas las leyes de una naturaleza concebida
para perderse por siempre,
que ahora, no hay régimen ni ley que dé límite a
mis ansias de envolverla en demasiadas cuitas y placeres.

Me place pues mostrarle lo que oculto
se halla por las mañanas
y descubierto se halla por las noches,
en vuelos nocturnos y pasos altisonantes.

Me place pues, también,
anunciarle sin remordimiento alguno
que mi tiempo soleado se ha perdido en usted,
Musa,
o se está perdiendo en sus ganas,
en sus curvas propagadas,
mas allá de los simples elogios que la cultivan
y la nombran descaradamente.

Yo la nombro con rabia y desdén,
con lo que en mis intenciones pasadas,
fueron limpias y secas,
ahora son mojadas y sucias
como los hoteles.

Ahora,
Musa, no hay tregua para esta guerra,
transpirante, sangrienta, alocada,
desmesurada, estúpida;
no nos queda más opción
que combatir sin trincheras ni armas
que nos protejan
de nuestra inexcusable
sensación de morir parados
y pegados a una sabana
mirando un reloj malogrado.


DE: RESQUICIOS







MEDIO ORIENTE


¿A dónde?
A donde sea…
menos a donde corra el polvo y la pólvora abrazados
como esclavos sin rincón ni lugar;

¿Cuando?
Cuando ya no importe seguir muriendo escupiendo al sol;
O cuando el barro seco, extendido a lo largo del camino,
Sea similar a la duna, en forma de castillos moriscos.

¿Cómo?
Cómo siempre,
Con los ojos alegres y las manos con sangre;
Y una boca desnuda que alaba a dios por desesperación.

¿Por qué?
Porque no queda nada más que hacer que odiar,
Desviando la miraba absorta hacia la pagina rota;
Al contorno desolador de los días extensos,
De los que por naturaleza nos hiere más
Nos hace vernos extraños en un espejo
A desconocernos completamente.


DE: RESQUICIOS







LA BÚSQUEDA



Mi búsqueda callada ha cesado
Antes que se valla el atardecer
Un negro atardecer de imposibles hombres y animales,
Ya no queda ánimos posibles
Para rebuscar entre mis recuerdos
Un mínimo examen de conciencia
Para ver que aun podría seguir buscando.
Tampoco queda un bosquejo de una vida
Enterrada al desenfreno y la excitación,
Menos a la esperanza de encontrar lo que hace años,
Se pudo haber hallado sin problemas.


Así, sin búsqueda ni encuentro
Sigo como siempre,
Con las manos secas y vacías,
Desiertos de arena y polvo
Consumen mis ganas.
Me dan la gracia de perderme en ellas.


DE: RESQUICIOS










MUJERCITA PEQUEÑA MUJER…



no has perdido nada en la oscuridad,
y sin embargo buscas contraer un futuro en tu bolso,
llevarlo a casa para contemplarlo y ver solo niños sucios,
eso te hace feliz, te obliga a seguir yendo en la línea 12 como siempre
lo hicieron los hombres y mujeres que no tienen paradero fijo,
se guían con la dirección del vaivén del viento de una plaza.

y sigues siendo mujercita, casi una flor recién regada,
con los pétalos y pistilos en boga, pero abandonada a una suerte,
que no se ve en unas cartas, ni mucho menos en tus clausuradas manos
para tocar con una caricia la mano del ofertante o del príncipe azul,
pues el tiempo ha sedado las ganas de seguir mirando al espejo rayado,
que espera ansioso el vapor de tus transpiraciones de noche fusionada.

mujer mujercita, te saben los colores a diáfanas lagrimas pegadas al ojo,
saben despertar de un sopor para callar al niño mojado, cagado,
y un agu, agu para incitar a la pared a brillar como navaja en pelea callejera,
apretando al invisible pecho, en gotas de caños en bancarrota, salen de a pocos,
las blancuras de tu alma, en la hora pura de medianoche, aúllas, aúllan los perros,
te acompañan a renegar de los precios, y de nuevamente el regreso
convenido del hombre, hijo de su madre, hijo de su padre
que lo golpeó en la cara y nuevamente hijo de tu hijo de tu padre su hijo,
e hijo de tu amor, del tibio contacto de encendedores a cigarrillos baratos.

para, inevitable, fugar con alas de murciélago hacia atollados cuartos en la quinta,
y no hacer nada sino rebuscar en la conciencia lo que en la calle está secándose,
o sea el quehacer del separado de la familia, el trabajo esclavizante,
el, ya que importa, invento de imágenes similares a la suya,
pero ¿si vuelves? ¿si retrocedes a casa?
¿si quieres devolver al útero lo entregado a la mujer en la sala de cuidados intensivos?
de seguro no se moverían las cosas para bien de su cocina y el alimento se vinagraría
en el estomago, lo único que seria provechoso es el aliento de ambos:
mujercita y hombrecito, enterrados en la cama de una plaza y media, abrasaditos.




DE: COTIDIANAS Y POEMAS DEMÁS








Aún sigue respirando la llaga…


Aún sigue respirando la llaga, en su martirio está acogida la humedad corpórea;
cuán a tientas se va expandiendo sobre la carne,
atacando los territorios desarmados,
en las zonas menos reconocidas por el dolor de ayer.
Es este mismo dolor el que huye al margen del grito abandonado por el silencio,
Se esconde en una luna impresa en el ojo del anónimo regurgitado,
Mientras baja la voz en el sótano viejo de un joven recuerdo;
no anda, sino corre como un tigre hambriento en el desierto,
con las garras que están a orillas de la llaga misma, cerca al maldito dolor,
siempre con la pena palpitando, en tendenciosas formas de manifestarse;
así, perpetuamente arrinconada, desproporcionada
en caricias falsas en momentos inesperados,
la llaga sigue respirando vanamente, venciendo todo obstáculo artero,
y resurgiendo entre su propio mal,
para consagrarse en un solitario pútrido mundo.




DE: COTIDIANAS Y POEMAS DEMÁS

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