ARIEL MARZAL




“En el camino de siempre, solo vestido de miseria, repleto de nada y de todo”



PALABRA DE LOS SILENCIOS



I

Se llevó
Tu voz y su rebeldía
Lo que recién nacía en tu alma adolorida
Tu estómago mutilado y tus huesos interminables,
Se llevó tu corazón que no encontró a nadie
en tanta muchedumbre
sus dolores y amarguras.
Se llevó el remordimiento tuyo
El haber sido un huésped en tu propia casa
el haber sido nada ni nadie en los demás
se llevó la furia de tus ojos, el haber sido sólo en un sueño.
Se llevó todo lo que agonizó siempre en ti
El centavo de vida desde el inicio
Se llevó en sus encrespados tormentos
LA MUERTE.



III

Como siempre
tienes intensiones de no querer estar contigo mismo
de abandonar los ojos, el alma
y las enfermedades que a cada día
se depositan en tu corazón.
como siempre tienes intensiones de abandonar
caminos insospechados que te obligan a ser
sólo un gusano en los demás
que te obligan a respirar absurdamente, donde
no existe nada.
Como siempre tienes intensiones de abandonar
maldades que te agobian con sus aguas ennegrecidas
gastos inútiles que te hieren, no a golpes,
ni a palos ni a balazos
sino lentamente
arrebatándote todo, hasta la honestidad.
Como siempre
tienes maldiciones de no sé que llaga
maldiciones malditas de no sé que abismo
de no sé que silencio.



IV



En el camino de siempre, solo
vestido de miseria
repleto de nada y de todo
derrotado sin cosas y seres que llenan la vida,
completamente lejos de todos
esperando
con el cuerpo destrozado mil veces
los dedos sangrantes
y con la espantosa cicatriz en el alma
no las razones del silencio
ni el adiós
sino un ave de rapiña
el cadáver.


IX



Fuerte agarrando la palabra hablas
de todo los demonios que viven en la oscuridad
de los destierros repleto de hielo
de los lamentos y mil campanas.
Lleno de atardeceres hablas
de los latidos que fueron ayer
de lo que no pudiste alcanzar en el momento preciso
estando en tus manos, la envidia fue más.
hablas de la infección de la sociedad
del absurdo sistema
envejeciendo hasta los huesos
hablas ¡Oh corazón!





EL BAILE DE LA NOCHE


I

Me acerco
con el ojo a cuestas
el oído roto
y el intestino solitario
a los agujeros silenciosos.
Aquí estoy
nunca dejarás escaparme.




IV

Roe los huesos, el cuerpo
el alma
y la conciencia.
En los intestinos cruje
en la médula de los pobres
hostigando su rumbo,
el hambre.



VII

Has muerto de consuelo
y soledad
te arrastró la miseria que aún
se esconde en el último pan.



XI

A diestra y siniestra socavan el hueso
Hasta hacerlo cenizas.
A penas se ilumina sangrando a cántaros
El alma.
Los golpes continúan
Las torturas y las balas.




















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